lunes, 30 de mayo de 2011

MI CONFRONTACIÓN CON LA DOCENCIA

Hola, mi nombre es Rocío Albarrán Martínez nací en  D.F.,  soy  Lic. en Psicología egresada de la UAM-Xochimilco generación 1997-2001.   
Cuando termine la carrera no sabía qué hacer, pues mi área era la psicología social aunque en el título solo decía Lic. en Psicología  y a mí me llamaba la atención la psicología clínica, estaba en el dilema de meterme a trabajar de lo que fuera para pagarme la maestría en psicología clínica  o descansar un rato de la escuela y buscar un trabajo referente a mi carrera.
Me puse a buscar en el periódico y no había nada para una psicóloga social sin experiencia. Mi primer empleo fue en una empresa que fabricaba piezas para celulares en el área de reclutamiento, no me gusto, solo dure tres meses pero el destino y la desesperación de no encontrar trabajo me llevo  otra vez en el área de reclutamiento y selección de personal, esta vez trabajaba para LUMEN.
Como no me gusto me salí, una amiga me invito a trabajar en una primaría particular acepte aunque yo sabía que sería momentáneo pues nunca me llamó la atención la docencia, cuál sería mi sorpresa al ver que me sentía como pez en el agua dándoles clases a los niños de primero, me costó trabajo adaptarme a los planes de estudio, y a las manualidades que tienen que hacer para los chiquitos pero lo disfrutaba realmente lo disfrutaba. Aunque aún tenía la inquietud de desarrollarme  como psicóloga por lo que deje solicitudes en el seguro social, algunas instituciones privadas y en la Preparatoria Oficial No. 118, meses después me hablan de la prepa para avisarme que ya estaba mi nombramiento como orientadora.
Al principio no fue nada fácil pero poco a poco me fui acoplando al sistema y entendí porque era necerio que los jóvenes portaran uniforme, comprendí muchas  cosas del reglamento que en un inicio critique, y sobre todo fui perdiendo el miedo a dar una clase, o de expresarme con libertad en el salón, logre que mis alumnos me tuvieran respeto y confianza, sin la necesidad de ser la maestra estricta y regañona.
Ser docente del nivel medio superior significa mucha responsabilidad, ya que estoy  trabajando con adolescentes que están a punto de  convertirse en adultos, y estos adultos serán nuestros futuros universitarios, nuestros futuros trabajadores, nuestros futuros padres de familia. Lo que como docente me compromete a formar adultos responsables, buenos ciudadanos con valores bien cimentados y con visión hacía el futuro. Todo esto se puede lograr con paciencia y dedicación platicando con ellos y ganándome su confianza, hay alumnos que no se necesita hacer mucho por ellos ya llegan con  metas muy bien definidas y las logran al final de su camino en la prepa, pero hay otros con los que si se necesita trabajar ya que no tienen una perspectiva de vida y por lo tanto les da igual pasar o reprobar las materias.
Una de mis mayores satisfacciones es cuando logro que este tipo de jóvenes a los que pareciera que no les importa nada elaboren o imaginen un proyecto de vida, por el contrario mi mayor frustración o insatisfacción dentro de mi labor como docente es que no  elaboren ese proyecto de vida que les va ayudar a forjarse metas, que salgan igual que cundo llegaron.   

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